Buscando la
Cara del Señor
La separación entre la moralidad y la ciencia resulta destructiva para la cultura social
Me veo obligado a interrumpir mi serie de columnas de la Cuaresma para hablar en el nombre de la dignidad humana y del justo lugar que ocupan los valores morales en nuestra cultura.
Ya lo veíamos venir porque lo había prometido como candidato a la presidencia.
Mediante la firma del Presidente Barack Obama, la investigación científica tiene ahora luz verde en lo atinente a las células madre. Al refrendar la semana pasada los documentos que cambian la política científica de EE.UU., eliminó las restricciones aprobadas por el antiguo Presidente George W. Bush en 2001.
La maniobra del presidente aprueba la experimentación con la vida humana prácticamente sin restricciones. El Presidente Obama presuntamente actuó presionado por algunos integrantes de la comunidad científica y defensores del derecho al aborto.
Obama expresó: “Nuestro gobierno ha forzado lo que considero una falsa elección entre la ciencia razonable y los valores morales. ... Se trata de garantizar que nunca se distorsione ni se oculte la información científica para servir a un plan político y de que tomemos decisiones científicas basadas en hechos, no en ideologías.”
Espero que las personas de fe se sientan profundamente perturbadas por la aseveración de que la moralidad y la ciencia no pueden compartir la misma mesa.
Resulta inadmisible que alguien sostenga que la investigación científica debe estar desprovista de la prueba de la verdad moral sobre la naturaleza y la vida humana. Resulta ofensivo que el presidente de EE.UU. relegue la moralidad a la condición de “ideología” política. La acción del Presidente Obama constituye claramente una derrota de la moralidad en las cuestiones más básicas de la vida y la muerte.
Como líder religioso con un profundo respeto por la integridad de la ciencia y la moralidad, lamento hondamente las implicaciones de esta apertura de la investigación sobre células madre.
Representa, primero que nada, un golpe para la causa de la vida humana desde el propio principio. Es incorrecto porque le otorga a la ciencia la libertad de crear embriones humanos en pro de la investigación y luego desecharlos como basura.
El aborto en pro de la investigación es incorrecto. Las investigaciones ya aceptadas indican que las células madre adultas proporcionan material adecuado para la investigación.
Para una persona de fe resulta seriamente preocupante la noción de que la fe y la ciencia, la moralidad y la investigación científica son esencialmente enemigas. Es alarmante escuchar de boca del líder de nuestro país que los valores morales no tienen lugar en un laboratorio científico.
Resulta inaceptable referirse a juicios éticos y morales como asuntos ideológicos que encadenan a la investigación científica.
Si continúa siendo consecuente, la postura del Presidente Obama en cuanto a la relación entre la ciencia y la moralidad constituye un claro ejemplo de la percepción de nuestra sociedad secular sobre la oposición entre la fe y la razón.
Desde hace ya algún tiempo el Papa Benedicto XVI ha estado proponiendo un diálogo internacional con los líderes de nuestra cultura secular y materialista para ilustrar el carácter destructivo de la ciencia que es hostil a la fe. La fe y la razón se complementan, no son opuestas.
Independientemente de lo que pensemos sobre la necesidad de investigación científica de calidad para poder mejorar la condición humana, no podemos hacer el mal para hacer el bien. La moralidad sólida no está determinada por los sentimientos y la evaluación subjetiva.
¿Acaso esto significa que nuestra moralidad católica se opone a la búsqueda de soluciones científicas para las cuestiones de salud de nuestra época?
He padecido de linfoma de Hodgkin y, gracias a Dios, la enfermedad está en remisión. Si el padecimiento reaparece, ¿acaso no tendría la esperanza de que estuviera a disposición una cura científica? Por supuesto que sí.
Pero ¿preferiría mi cura a la destrucción en masa de embriones humanos? No.
La perspectiva más amplia del bienestar futuro de la familia humana anularía mi anhelo de una cura. Quizás esa no sea una decisión moral fácil, pero la realidad es que la verdad resulta liberadora. Divorciar falsamente a la moral de la metodología científica conduce a una cultura social destructiva.
Hace unas semanas, un experto en política, favorable al gobierno de Obama, comentó que podríamos esperar acciones ejecutivas tendientes a suavizar las restricciones con respecto al aborto en el futuro próximo. Comentó que habría poca reacción pública ya que la población electoral estaba distraída por la actual crisis económica y continúa estándolo. Expresó que las preocupaciones económicas son más importantes que las cuestiones relativas a la vida humana, en especial el aborto. A pesar de su cinismo, me temo que estas aseveraciones encierran algo de verdad.
En algún momento en el futuro la economía se equilibrará y se estabilizará. Posteriormente, pasado algún tiempo, la economía bien podría estancarse nuevamente.
Sin embargo, la verdad moral del carácter sagrado de la vida humana no fluctuará dependiendo de la época. Desde la creación de la vida humana las personas hemos sido creadas a imagen y semejanza de Dios.
Esa imagen y semejanza es nuestra argumentación para la confianza pacífica y la esperanza para el futuro.
Mientras tanto, debemos defender el planteamiento de un diálogo provechoso entre la moralidad positiva y la investigación científica positiva.
Ofrezcamos nuestros ayunos y oraciones cuaresmales por el bien común de nuestra cultura estadounidense. †