Buscando la
Cara del Señor
Las ordenaciones sacerdotales y episcopales representan el punto culminante del verano
El mes de junio fue la cúspide de mi verano gracias a la ordenación sacerdotal del padre Dustin Boehm y la ordenación episcopal del obispo Charles C. Thompson de Evansville.
Se me ha solicitado mucho el texto de la homilía de esas dos ocasiones, así que lo presento aquí. Debido a que dichos textos son más extensos que mi columna semanal regular, los presentaré en formato de serie, comenzando con la Instrucción del padre Dustin.
Instrucción - Parte 1
Queridos familiares y amigos de Dustin, hermanos sacerdotes, seminaristas, hermanas y hermanos en el Señor:
Uno de los himnos de entrada de la Misa de conmemoración de un sacerdote santo dice: “Pero levantaré para mí un sacerdote fiel que hará conforme a los deseos de mi corazón y de mi alma, dice el Señor”. ¿Cómo se refiere esto a Dustin?
Dustin, sabes muy bien que se te ordena como sacerdote para proclamar la Palabra de Dios, para celebrar los sacramentos y para servir a Dios y a Su Pueblo de manera humilde, generosa y en el nombre de Jesucristo, el Sumo Sacerdote.
El ministerio sacerdotal es maravilloso. Podrás servir debido a la gracia especial de Dios que recibes en el sacramento del Orden en esta mañana. La gracia de Dios te acompañará todos los días de tu vida sacerdotal.
Dustin, eres lo suficientemente realista como para darte cuenta de que vivir tu compromiso de ser sacerdote en el mundo real también te presentará desafíos. Y por ello, contamos con Su gracia, confiamos en la Divina Providencia.
En la homilía de la Misa Crismal de 2007, el papa Benedicto expresó: “Esta teología del bautismo se repite de modo nuevo y con nueva insistencia en la ordenación sacerdotal. De la misma manera que en el bautismo se produce un ‘intercambio de vestidos,’ un intercambio de destinos, una nueva comunión existencial con Cristo, así también en el sacerdocio se da un intercambio: en la administración de los sacramentos el sacerdote actúa y habla ya ‘in persona Christi.’ En los sagrados misterios el sacerdote no se representa a sí mismo y no habla expresándose a sí mismo, sino que habla en la persona de Otro, de Cristo.”
En el bautismo recibiste un traje blanco que simboliza tu nueva existencia en Cristo. Hoy se te vestirá con túnicas litúrgicas que simbolizan una nueva relación, aún más definitiva, con Cristo.
Dustin, hoy te pones a disposición de Cristo. Te ofreces para servir generosamente al pueblo de nuestra Iglesia local in persona Christi, el Sumo Sacerdote y el prometido de la Iglesia. Hoy, rezamos contigo para que Jesús te tome de la mano una y otra vez y te guíe en el ministerio sacerdotal. Que te ayudemos a construir tu confianza en él.
Rezamos para que sirvas a tus hermanos y hermanas con una visión entusiasta e inquebrantable, al igual que los dos misioneros pioneros de nuestra Iglesia local, el obispo Simon Bruté y Santa Theodora Guérin, quienes se entregaron por completo a las manos de la Divina Providencia; dedicaron sus vidas a Cristo, especialmente a los pobres y a los que se encuentran en las tinieblas. Al igual que nuestros pioneros fundadores, que tu ministerio esté colmado de un amor profundo y sincero. Tal como nuestros antepasados, que el tuyo sea un amor puro que se alimente al postrarte ante los sagrarios de las iglesias en las cuales sirvas.
A través de la imposición de manos del obispo (Christopher J.) Coyne, en esta mañana el Señor mismo impone sus manos sobre ti. Hace algunos años, a tu manera, escuchaste el llamado del Señor que te decía “sígueme.”
Quizás al principio, al igual que todos nosotros, lo seguiste con precaución, mirando hacia atrás y preguntándote si realmente ese era el camino que te correspondía. Tal vez, al igual que le ocurrió a San Pedro, hayas sentido temor debido a tus limitaciones y estuviste tentado a regresar.
San Pedro le dijo a Jesús: “¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!” (Lucas 5:8). No obstante, Jesús lo tomó de la mano con ternura, al igual que hace contigo ahora, hermano. Te acercará a él y te dirá “No temas. Estoy contigo. No te abandonaré.” Recuerda que el obispo Bruté y la Madre Theodore son testigos valientes de la compañía de Cristo a lo largo de nuestro camino como misioneros.
Dustin, hoy renuevas tu promesa de obediencia y, al hacerlo, colocas tus manos en las del obispo Coyne. La Iglesia nos dice que el obispo, pese a su naturaleza humana, es el “vicario y el legado de Cristo.”
Me gusta evocar las palabras del cardenal benedictino Basil Hume, quien expresó: “Concatenemos dos gestos: el beso de paz del obispo y la promesa de obediencia. La señal de la paz marca la pauta de la promesa; tu promesa es una expresión de tu voluntad de tomar parte en la responsabilidad del arzobispo de velar por el Pueblo de Dios” (Light in the Lord [Luz en el Señor], p. 47).
También señaló: “Considero que la obediencia está muy unida al amor, de hecho, es un aspecto de éste” (p. 90). †