Cristo, la piedra angular
Respuesta mundial para proteger a los menores del abuso sexual
En menos de una semana los representantes de cada conferencia de obispos católicos de todo el mundo se reunirán con el papa Francisco para hablar sobre el problema mundial del abuso sexual de menores. La intención del papa es llegar a un acuerdo común sobre la forma en que las diócesis deben proteger a los menores, responder a las necesidades de las víctimas y cerciorarse de que estos delitos no se encubran, sino que se resuelvan en el marco de la ley.
Se trata de un proyecto titánico. Nunca antes una organización internacional ha intentado formular políticas y procedimientos diseñados específicamente para abordar el problema del abuso sexual. Nuestra Iglesia tiene razón de dar este paso. Pese al hecho de que el abuso sexual es algo que sucede en todas partes, inclusive en las familias, las escuelas, las organizaciones de jóvenes las iglesias y muchos otros lugares donde se reúnen menores de edad, el abuso de menores a manos de obispos y sacerdotes resulta especialmente ignominioso (pecaminoso, delictivo y abominable) ya que estos recibieron las órdenes para cuidar y proteger a todos los hijos de Dios.
Según el cardenal de Chicago Blase Cupich, quien forma parte del comité organizador de este encuentro histórico pautado del 21 al 24 de febrero sobre el tema “La protección de los menores en la Iglesia,” el papa Francisco ha dejado en claro que se tratará de una asamblea de pastores, no una conferencia académica. El objetivo es ofrecer una dirección clara y medidas concretas para que cuando los obispos regresen a sus diócesis de origen sepan exactamente qué espera la Iglesia de ellos con respecto a la prevención del abuso, la necesidad de ofrecer cuidados a las víctimas sobrevivientes y la obligación de cerciorarse de que no se encubran los abusos.
Sabemos que los medios de comunicación tendrán en la mira esta reunión. Las expectativas probablemente sean enormes y los resultados seguramente no satisfarán los deseos de todos los que conforman el espectro ideológico.
Desde un punto de vista realista, ¿qué podemos prever de esta asamblea de pastores única en la historia? Según el cardenal Cupich: “Conforme el Comité organizador crea la agenda, nos centraremos en los siguientes elementos: oración penitencial para establecer con un espíritu de sincera conversión—y como elemento de referencia ineludible—una verdadera conciencia del sufrimiento y el daño de las víctimas; reflexión acerca de la situación real, analizada directamente y sin ambigüedades y con información suficiente acerca de lo que se ha hecho y lo que no para hacer frente a la situación; realizar intercambios en grupos de trabajo y momentos de reflexión compartida acerca de las tareas concretas que se deben adoptar, formas para verificar que se hayan implementado y que sean eficaces; compartir las mejores prácticas que ya se hayan implementado para reformar las relaciones dentro de la Iglesia y para diseminar una verdadera cultura de protección de los menores en la Iglesia y en la sociedad”.
Cuando los obispos regresen a sus parroquias tras esta reunión de cuatro días de duración, sabrán qué espera la Iglesia de ellos como dirigentes de sus respectivas conferencias de obispos. Luego será su turno de guiar a otros obispos con su ejemplo y orientación pastoral para implementar las reformas adecuadas para sus propias circunstancias sociales, culturales y legales.
El cardenal Cupich señala que esta reunión es una etapa del camino doloroso que ha recorrido la Iglesia desde hace décadas. Nos anima a tomar en cuenta las lecciones que ya se han aprendido, especialmente en los Estados Unidos, entre ellas:
-
La necesidad de que las víctimas sobrevivientes sean nuestra primera prioridad.
-
La importancia de reformas rigurosas en la selección y la formación de futuros sacerdotes.
-
La función de los medios de comunicación para garantizar la transparencia y la responsabilidad.
-
La naturaleza criminal del abuso sexual y el requerimiento de justicia para las víctimas sobrevivientes.
En la Arquidiócesis de Indianápolis tomamos muy en serio estas “lecciones aprendidas.” En años recientes se han realizado cambios muy positivos por los cuales todos debemos sentirnos profundamente agradecidos.
Pero todavía queda mucho por hacer para mantener nuestro compromiso de proteger a los integrantes más vulnerables de nuestra iglesia y lograr que se haga justicia para todos aquellos que de algún modo u otro han sido perjudicados.
El cardenal Daniel N. DiNardo, quien nos representará en el Vaticano la próxima semana en su función como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, llevará consigo la importante labor que realizaron los obispos en preparación para nuestra reunión de noviembre pasado. Aunque no pudimos votar con respecto a las distintas acciones que exploramos, las propuestas de medidas de protección adicionales para los menores y las estructuras para que los obispos rindan cuentas representan nuestro compromiso con el cambio real.
La Iglesia en el centro y el sur de Indiana acoge con los brazos abiertos la ayuda y la asesoría que recibiremos la próxima semana en la reunión del Vaticano. Tenemos plena confianza en que el cardenal DiNardo regresará a casa con “medidas concretas” que podremos aprovechar en las diócesis de cada rincón del planeta.
Que nuestra Santa Madre interceda por nosotros a medida que avanzamos en este doloroso camino hacia la sanación y la esperanza. †