El rostro de la misericordia / Daniel Conway
Tradición alude a raíces, no a rigidez
Tal como es costumbre, el papa Francisco se reunió con los periodistas en su vuelo de regreso a Roma, procedente de Rumania, el día 3 de junio.
En respuesta a las preguntas que le plantearon, el papa Francisco expresó su solidaridad con las familias que se han visto obligadas a abandonar su patria en busca de una mejor vida. Hizo un llamamiento a los líderes de los países de la Unión Europea, así como también a los de la fe ortodoxa, protestante y católica romana para “caminar juntos” en unidad.
“Cuando yo en Buenos Aires—comentó el Santo Padre—he sido invitado por la Iglesia escocesa a hacer prédicas, iba y hacía la prédica. Se puede caminar juntos. Unidad, fraternidad, mano extendida, mirarse bien, no hablar mal de los demás. Defectos tenemos todos, si caminamos juntos, todos los defectos los dejamos de lado. Quienes critican son recalcitrantes.”
Al decir “recalcitrantes” el papa alude a la gente que se aferra rígidamente a las creencias y prácticas del pasado.
“Hay hábitos, reglas diplomáticas que es bueno mantener para que las cosas no se arruinen. Pero cada pueblo reza junto, también nosotros cuando estamos solos rezamos juntos. Este es un testimonio,” señaló. “Tengo una experiencia de oración con tantos pastores, luteranos, evangélicos, también ortodoxos. Los patriarcas están abiertos, también nosotros los católicos tenemos gente cerrada que no quiere, que dice que los ortodoxos son cismáticos. Son cosas viejas. Los ortodoxos son cristianos. Hay grupos católicos un poco integristas. Debemos tolerarlos, rezar por ellos, para que el Señor con el Espíritu Santo los ablande.”
Con esto el papa Francisco no abandona la tradición y ciertamente no desestima la importancia de la plena unidad cristiana, y al mismo tiempo se opone con vehemencia a las «cosas viejas» que obstaculizan la búsqueda de la unidad.
“Caminar juntos” en la verdadera caridad cristiana no significa diluir creencias y prácticas firmemente arraigadas, pero tampoco significa aferrarse a las formas antiguas de interpretar y practicar nuestra religión al punto de excluir por completo un diálogo o una colaboración respetuosa en el marco de la misericordia.
Un periodista italiano le preguntó al papa Francisco qué pensaba del uso de símbolos religiosos (cruces, rosarios, etc.) en las campañas políticas recientes. También lo cuestionó acerca de la veracidad de los rumores de que el papa no quería reunirse con el recién electo vicepremier cuyos temas de campaña eran contrarios a sus enseñanzas.
El Santo Padre se distanció de la política interna italiana, pero dejó en claro que se preocupa profundamente por Italia y su futuro. “Yo rezo por todos, por que Italia vaya adelante—expresó—para que los italianos se unan y sean leales en el compromiso, también yo soy italiano porque soy hijo de un inmigrante italiano, de sangre soy italiano. Mis hermanos tienen todos la ciudadanía.”
La unidad en la diversidad es importante para el papa Francisco, de la misma forma que estar en contacto con las raíces, pero siempre abiertos (la auténtica tradición) es una idea fundamental en sus enseñanzas.
Cuando un periodista le preguntó al papa acerca de su relación con su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI (“¿Aún lo ve así [como un abuelo]?”), el Santo Padre fue enfático: “Y más. Cada vez que voy donde él a visitarlo lo siento así, le tomo la mano y le hago hablar. Habla poco, habla despacio, pero con la misma profundidad de siempre, porque el problema de Benedicto son las rodillas, no la cabeza. Tiene una gran lucidez. Y sintiéndolo hablar me vuelvo fuerte, siento el zumo de las raíces que me vienen y me ayuda a seguir adelante.
“Siento esta tradición de la Iglesia que no es una cosa de museo la tradición. La tradición es la raíz que te dan, el zumo para crecer, y tú no serás como la raíz, no; tú florecerás, el árbol crecerá y dará los frutos, y las semillas serán las raíces para los demás. La tradición de la Iglesia está siempre en movimiento.”
Abraham Lincoln dijo una vez: “Los dogmas del apacible pasado son inadecuados para el turbulento presente.” A lo cual el papa Francisco añadiría, con beneplácito, que la solución no es abandonar las creencias arraigadas, sino examinarlas a profundidad, para comprender su significado y, finalmente, retomarlas a la luz de los desafíos contemporáneos.
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †