Tesis doctoral franciscana fuertemente vinculada a la Iglesia local
Aunque desde 2015 ya no ocupa el puesto de director arquidiocesano de la Oficina del Ministerio Intercultural, la huella del hermano franciscano Moisés Gutiérrez sigue estando presente.
Muchos recordarán su labor durante la creación del Instituto Pastoral Intercultural (IPI), cuyo objetivo es formar líderes pastorales y catequistas dentro de las diversas comunidades étnicas de la Iglesia en el centro y el sur de Indiana.
Otros lo recordarán ayudando a organizar la primera gala del Ministerio Intercultural en 2014, a la que asistieron varios cientos de personas, y que brindó a la Arquidiócesis la oportunidad de experimentar la universalidad de la Iglesia local.
“El objetivo principal, el propósito principal, es contribuir a que la Arquidiócesis sea más consciente de la diversidad que existe aquí, y también demostrar que esto es motivo de celebración,” expresó el hermano Moisés en aquel momento. “Eso es lo hermoso de la diversidad.”
Por lo tanto, no debería sorprendernos que el ministerio del hermano Moisés en la Arquidiócesis desempeñara un papel destacado en la disertación que presentó recientemente en el programa de doctorado de filosofía en liderazgo de la Universidad de Gonzaga en Spokane, Washington, a través del cual desarrolló un modelo de liderazgo mundial y local con mentalidad internacional.
“Estoy muy agradecido de que mis experiencias en la Arquidiócesis de Indianápolis me hayan preparado para esto,” comentó el hermano Moisés durante una visita reciente a Indianápolis.
“Necesitamos una mentalidad internacional, incluso cuando lideramos a nivel local, como líderes locales,” señaló. “Esa fue mi experiencia aquí en Indianápolis.
“Con la diversidad que existe en la Arquidiócesis de Indianápolis … latinos, católicos africanos, coreanos, filipinos, birmanos … resultó clara la importancia de tener una mentalidad verdaderamente internacional.”
Otros modelos de iniciativas internacionales están orientados a los negocios, aseguró el hermano Moisés, de 55 años; pero no así el de su tesis doctoral.
“Sentí … que necesitábamos algo que fuera más humano.”
Según explicó, esa humanidad, siempre fue evidente en la Iglesia local a través de ejemplos tales como la ampliación de los programas de liderazgo pastoral intercultural para los católicos de origen negro, birmano e hispano. También contribuyó a la creación una serie de cenas étnicas en las que se destacaron las comidas y las culturas africana, birmana, coreana, mexicana, filipina y vietnamita, y ayudó a resaltar las misas culturales especiales.
“Soy un aprendiz” afirmó el hermano Moisés, y su trabajo en Gonzaga “ha abierto muchas otras puertas para el ministerio.
“Me entusiasma pensar en la próxima fase de mi vida, sea cual sea, como líder, como franciscano, como persona … como cristiano.”
Le han ofrecido un puesto de profesor en la Facultad Franciscana de Teología de la Universidad de San Diego, pero el hermano Moisés dijo que aún está explorando otras oportunidades y “discerniendo” aquello que Dios desea que haga ahora. También está considerando la posibilidad de trabajar en un postdoctorado y hacer “trabajo de campo en diferentes países. Esa es la idea: continuar difundiendo ese modelo de mentalidad internacional.”
Al reflexionar sobre sus años de ministerio en la Arquidiócesis, el hermano Moisés dijo que realmente extraña a la gente.
“Indianápolis ha sido una de las ciudades en las que me he sentido como en casa fácilmente y de inmediato,” aseguró. “Supongo que parte de eso era el ministerio que estaba haciendo … conectándome con gente de diferentes culturas y orígenes. Eso me encantaba.
“La experiencia aquí me enriqueció—prosiguió—y estoy muy agradecido con la Arquidiócesis por permitirme caminar junto a los católicos y la gran diversidad que existe aquí.” †