August 11, 2023

Fall Marriage Supplement

El ministerio para católicos hispanos divorciados ‘aporta esperanza y sanación a las familias’

Por John Shaughnessy

Teniendo en cuenta el dolor que soportó y los retos a los que se enfrentó por la angustia de que su matrimonio acabara en divorcio, María Nayeli Vázquez podría haberse resistido fácilmente a involucrarse en un nuevo ministerio arquidiocesano diseñado para ayudar a otros hispanos que atraviesan ese difícil recorrido en su vida.

Pero en vez de ello, esta mujer de 43 años, madre de cuatro hijos, decidió seguir el ejemplo de su abuela, una mujer que siempre intentaba dar apoyo espiritual a las personas que enfrentaban dificultades, quien siempre les decía que Dios los acompañaba en sus luchas.

Inspirada por ese enfoque y compartiendo tanto su dolor como su camino hacia la sanación con la ayuda de Dios, Vázquez se convirtió en facilitadora del programa pastoral del divorcio para hispanos que puso en marcha la Oficina de Matrimonio y Vida Familiar de la Arquidiócesis a principio de este año.

“Creo que nadie se espera un divorcio después de formar una familia con cuatro hijos y 19 años de relación,” señala Vázquez, miembro de la parroquia de San Patricio de Indianápolis. “Sé que fue difícil para todos, y para nuestras respectivas familias. Nuestros hijos sufrieron mucho durante este proceso fue largo, lento y doloroso.”

En medio de su dolor, Vázquez se esforzó para mantener una perspectiva centrada en el bienestar de sus hijos.

“Es importante dejar que los hijos visiten ambas familias y no hablar mal de su ex delante de sus hijos. Intento mantener una buena relación con mi ex por el bien de mis hijos. Cada día, seguimos caminando juntos en nuestra recuperación. Ahora solamente recordamos todo lo que pasamos juntos. Somos capaces de ver que en cada situación Dios estuvo siempre con nosotros, mostrándonos su gran amor.

“Y siempre había gente que nos daba apoyo. Doy gracias a Dios por todas las personas que estuvieron allí en esos momentos. Siempre me apoyaron con sus oraciones. Los retos fueron muchos, pero gracias a mi Padre Celestial pude superarlos.”

Ayudar a las personas hispanohablantes divorciadas y separadas a superar el dolor de esas realidades y a encontrar un camino hacia la paz y la sanación son los principales objetivos del programa del ministerio hispano de divorcios de la Arquidiócesis.

“Desde hace varios años ha habido cursos únicamente para la comunidad de habla inglesa,” afirma Claudia Corona, coordinadora de eventos de la Oficina de Matrimonio y Vida Familiar de la Arquidiócesis, quien participó en un programa de formación sobre cómo sobrevivir al divorcio. “Después del curso me di cuenta de todo el dolor que acompaña un divorcio, y los beneficios que tendría si implementamos este programa para la comunidad de habla hispana.

“El objetivo es ayudar a los divorciados o separados de la comunidad hispana a superar el trauma de un divorcio y enseñarles que no están solos, que la Iglesia los acoge, así como también enseñarles a superar las diferentes etapas por las que se atraviesa durante un divorcio. Es importante que estén bien no solo por ellos mismos, sino también por sus hijos, que también se ven afectados por el trauma de un divorcio.”

Corona subraya que el programa de la Arquidiócesis se basa en las enseñanzas de la Iglesia sobre las personas divorciadas o separadas.

“Aclaramos que si la persona tomó el sacramento del matrimonio y está divorciada o separada sin haber anulado su matrimonio, no está bien salir con otra persona. Y mientras sean fieles a sus votos matrimoniales, pueden recibir la Comunión,” afirma. “También les damos una breve información sobre el proceso de anulación.”

Además, el programa comparte de qué manera la Iglesia puede ayudarles y guiarles en este viaje.

“Enfrentan muchos retos en su soledad”—asegura Corona—. “Les invitamos a acudir con frecuencia a recibir los sacramentos, la Eucaristía y la reconciliación, y a reunirse mensualmente para la adoración eucarística.”

Henry Hernández fue uno de los dos hombres y cuatro mujeres que participaron en el primer programa, que consistió en 10 sesiones de 90 minutos centradas en temas como la autoimagen, el estrés, la ira, culpar y sentir culpa, la soledad, el perdón y la felicidad.

Para Hernández y los demás, una de las partes más poderosas del programa fue la oportunidad de compartir “mi testimonio, de que me escucharan y sentirme comprendida, y de conocer a personas que como yo están pasando por esta situación de diferentes maneras.”

“Al principio, sufría depresión y ansiedad. Pensé que era el amor de mi vida”—afirma Hernández, de 38 años y miembro de la parroquia de Santa María de Indianápolis—. “[Luego del divorcio,] tuve problemas financieros y emocionales. También fue muy doloroso no vivir con mi hijo. Vivir sin familia es muy difícil. Necesitaba aprender a vivir solo. Empecé a valorar más a mi hijo por no tenerlo cerca.”

También descubrió el valor de acercarse a Dios durante ese tiempo.

“En el momento de mi divorcio, no estaba cerca de Dios. Cuando decidí ir a la iglesia de Santa María, encontré verdaderos amigos. Así conocí a sacerdotes y amigos que me ayudaron.”

El programa del ministerio del divorcio tuvo un impacto similar en él.

“Este programa es maravilloso. Te ayuda a desahogarte, a crecer”—afirma—. “Hay algunos aspectos en los que uno ni siquiera se da cuenta de que estaba fallando. Escuchar los testimonios impulsa y motiva a comprender que es posible superarlo. Le diría a la gente que no pierda el tiempo, que es posible curar las heridas.”

Su reacción positiva al programa es similar a las evaluaciones que los demás participantes compartieron al final del curso, comenta Corona.

“Expresaron que les gustó el curso, que el programa les ayudó a perdonar, a no guardar rencor y a tener el valor de hablar con su expareja, sabiendo que es importante para los niños”—asegura—. “Escuchar los testimonios de sus compañeros y facilitadores les hizo darse cuenta de que no son los únicos que pasan por este trauma. También les ayudó ver lo que los facilitadores que han pasado por el trauma de un divorcio han conseguido con la ayuda de Dios: llevar una vida estable, vivir cerca de Dios y estar ahí para cuidar a sus hijos.”

Aunque Vázquez estaba encantada de formar parte del programa como facilitadora, solo lamentaba una cosa:

“Me hubiera gustado asistir a un programa como este cuando tenía problemas en el matrimonio”—recuerda—. “Buscaba un programa como este, pero no lo encontré. Agradezco que ahora la Arquidiócesis haya abierto este programa en español. Doy gracias a Dios por este nuevo ministerio. Siento alegría al ver que la gente se conecta con nuestras experiencias y encuentran apoyo en el grupo, al escuchar que su vida se ha transformado.”

Ha visto esa transformación en su familia y cree que el programa puede ayudar también a otras familias en su camino.

“Este programa aporta esperanza y curación a las familias. Si los padres sienten paz en el corazón, la transmitirán a sus familias”—afirma Vázquez—. “Invito a todas las personas divorciadas o que sufren problemas en su matrimonio a que encuentren en la Iglesia la fuente de su paz. Jesús nos curará.”
 

(La Oficina de Matrimonio y Vida Familiar de la Arquidiócesis está planeando otro programa en español para divorciados y separados en mayo de 2024. Para quien esté interesado en el programa o desee más información, comuníquese con Claudia Corona en ccorona@archindy.org o llámela al 317-800-9306.)


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